Y, desdichada, hallarte vibrante de violetas, celeste, submarina, subterránea, ahijada de las nubes, sobrina del oleaje, madre de minerales y vegetales de oro, universal, florida, jugosa como caña y ligera de brisas y cánticos de seda.
Desdichada penumbra al encontrarte negándose tu cuerpo a mi deseo, dándose al día siguiente, circulando en el aire que respiro, diseñando mi vida, mi agonía y mi muerte sencilla, y mi futura muerte entre los muertos.
Ah tu cordial miseria de caricias, el gesto amargo de tus manos y la rebelde fuga de tu piel, cómo me decepcionan, me castigan y ahogan, hembra de plata líquida, insobornable y mía.
Y tu noche de gritos y gemidos, alimentando vida, creando luz, provocando sudor, melancolía, amor y más amor desfallecido, tumultos de palabras, mi desdichada niña, olvidándote, sí, casi perdiéndote en el ruido de torsos y sollozos.
Pero siendo destino, siendo gloria tus cabellos castaños, tus miradas y tus feas rodillas de suave juventud.
(Efraín Huerta) Etiquetas: amante, cordial, jugosa, nubes, oro
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